Con base en los importantes
trabajos desarrollados en la Ciudad Sagrada de Pachacamac en las
décadas previas, han aparecido una serie de evidencias que nos mostrarían
claramente los embates que sufrió hace 1,400 años el Templo
Viejo, una importante construcción en este histórico recinto del valle
de Lurín, producto de la ocurrencia de un terrible fenómeno “El Niño”. Posteriormente,
hacia el siglo X d.C. se vuelven a encontrar evidencias de otra severa
alteración climatológica que afectó algunas importantes construcciones de este lugar
para dar paso al surgimiento del Templo Pintado, última sede de la
deidad más famosa de la costa central suramericana hasta inicios del siglo XVI.
Precisamente en esta línea
vinculada con los impactos de los fenómenos climatológicos en la vertiente del
Pacífico suramericano, resulta importante destacar las investigaciones publicadas
por Lorenzo Huertas Vallejos respecto de la ocurrencia de severas alteraciones
en el clima durante las últimas centurias. Sus trabajos apuntarían a señalar
que en la segunda mitad del siglo XV se produjo la ocurrencia de otro
importante fenómeno “El Niño”, hecho coincidente con la época de los
grandes cambios políticos fundamentales en territorio andino durante la
expansión del Tawantinsuyo y la anexión de la Ciudad Sagrada de Pachacamac
a los nuevos dominios de los gobernantes cusqueños.
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