La religiosidad en el mundo
andino ha jugado un papel fundamental en la vida de millones de personas desde
tiempos ancestrales. El origen de ello puede encontrarse en uno de los aspectos
más delicados que tuvo que enfrentar el ser humano en esta parte del planeta de
manera permanente: asegurar el acceso regular a los alimentos necesarios para
poder subsistir. No olvidemos que el territorio andino está expuesto periódicamente
a graves desórdenes climatológicos, situación normalmente acompañada de
inundaciones y sequías de efectos devastadores no sólo en la agricultura sino
también en la pesca. Tal es el caso del fenómeno de “El Niño”, que de manera
cíclica ha golpeado con prolongados períodos de hambruna y escasez el
desarrollo de la Civilización Andina prácticamente desde sus orígenes hace más
de 5,000 años.
Las importantes investigaciones
desarrolladas en las últimas décadas nos permiten contar ahora con elementos
más precisos para entender algunos detalles de la vinculación ancestral que
existió entre la religiosidad y los aspectos temporales y espaciales que
permitieron el exitoso desarrollo de la agricultura en este difícil contexto.
Al respecto, los trabajos de Federico Kauffmann y de Alejandro Camino nos
aportan nuevos elementos para despejar algunas dudas así como clarificar
conceptos esenciales sobre estos temas, tal como pasamos a revisar en el presente artículo.
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