Gracias a los modernos trabajos
de la arqueología, la etnohistoria y demás ciencias afines, se sabe hoy que el
largo proceso civilizatorio andino se inició hace más de 5,000 años y que
durante este extenso periodo ocurrió la sucesión de una serie de confederaciones,
alianzas y formaciones estatales en diversos contextos de la sierra, selva y
costa adyacente a la vertiente del Pacífico suramericano. Por tanto, lo sucedido
a partir del siglo XV con la efímera aparición y apogeo del Tawantinsuyo
representaría, concretamente, la formación coyuntural de una entidad política,
estatal e imperial de gran envergadura que abarcó la mayor parte del territorio
andino suramericano, pero que de ninguna manera debería entenderse como el
inicio o la expresión única de este milenario proceso civilizatorio andino.
En esta línea de investigación,
el trabajo del profesor Francisco Hernández Astete, titulado: “Los Incas y el poder de sus ancestros”
representa un notable esfuerzo para tratar de explicar bajo una óptica novedosa,
centrada en la importancia otorgada en el mundo andino milenario al papel de
los ancestros, algunos elementos esenciales que habrían posibilitado el rápido
proceso de expansión y auge del Tawantinsuyo.
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